Último
recurso
Guille
se quedó solo en casa, como de costumbre, con la única compañía de un proyector
encontrado en la basura. Tras muchos esfuerzos, consiguió unir el celuloide de
las películas mudas que acompañaban el hallazgo. Una de ellas la visionó varias
veces, asombrado con una de las escenas. Al terminar, rebuscó en el armario y cogió
sus únicas botas.
Cuando la madre entró en la cocina,
cansada de callejear y sin nada en los bolsillos, vio la mesa puesta y a Guille
subido en un taburete removiendo, dentro de una perola, unos cordones y un extraño objeto que danzaba entre
el borboteo del agua a punto de desbordarse.
«Siéntate, mamá, hoy vamos a comer de
cine».
Lana Pradera