Intercambio
Enfilé la avenida hacia el arrabal. Al
llegar al cruce de una calle con soportales, me senté en una de sus esquinas. Desde allí pude ver cómo una muchacha trataba
de llamar la atención de los transeúntes. Ninguno se detuvo a pesar de que la
chica se subía, provocativa, la falda y se desabrochaba los botones de la blusa.
Se volvió, frustrada, y al verme allí torció el gesto. Vino hacia mí
pavoneándose. Me preguntó: «¿Te gusto?». Asentí, confuso, y le mostré la gorra
junto a mis pies con pocas monedas. «Dame el dinero, con eso basta. Después,
búscate otra esquina».
Lana Pradera
El mendigo, al fin y al cabo, siempre tendrá lo mismo, la compasión de los demás. Ella, en cambio, perderá hasta lo que posee por naturaleza, su atractivo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, El suricato. Tienes razón, pero creo que los dos nos incitan a la compasión. Abrazos.
ResponderEliminar¡Hola, Lana! Jo, una historia realmente dura en apenas unas líneas. La miseria de la quien vive de la calle, la intervención final de la prostituta es antológica. Entre la desesperación por ganarse unas monedas a cambio de su cuerpo la evidencia de que la calle no conoce de amistades ni compasión. Buenísimo micro, Lana. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, David. Voy cogiendo el paso de nuevo. La cosas es que sé que tienes un espacio en el blog para concurso de micros y no he participado. Salí un poco estresada de los concursos. Dejaba muchos trabajos mal terminados por las prisas y me quedé frenada un tiempo. Ahora voy un poco a mi aire, pero a lo mejor participo con alguno. Un fuerte abrazo.
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