VIRUS
¡Qué decepción! ¡Estabas tan cerca de conseguirlo! Y al final, sólo tú pudiste beneficiarte de la esquiva fórmula tantas veces
manipulada y ensayada. Hubieron intentos fallidos a miles. Entonces, la
combinatoria caprichosa de los elementos no se dejó seducir. Tú fuiste el
experimento, el campo de pruebas. Y, sin quererlo, el único beneficiario.
Cuando todos alrededor se desplomaron, te convertiste
en el único testigo de su partida. Sólo
tus lágrimas les acompañaron. No hubo flores, ni féretros, ni música, y el
silencio acalló la agonía de tantos gritos, de tanta gente. La oscuridad
amortajó esos cuerpos inmóviles suavizando el escabroso escenario en que se
habían convertido los campos y las ciudades de todo el mundo. Tan sólo la luz
del laboratorio permaneció como un faro hacia la nada, hacia el infinito.
“¿Y ahora qué?”, te preguntas, sosteniendo la cabeza
entre tus manos. Ahora, ¿qué vas a hacer? Por lo menos sabes que no eres
culpable. En todos los congresos dabas la voz de alerta. En las reuniones
secretas gritabas y te amenazaban. En tu fuero interno sabías que algún día
pasaría esto. Un virus fabricado en el laboratorio se convertiría en la
epidemia temida que arrasaría el planeta y ya nada volvería a ser como antes.
No obstante, en el laboratorio todo funciona. Hay
comida, buena temperatura y se ha convertido en un bunker improvisado. Sólo
falta sacar todos los cuerpos para quemarlos y vencer al virus de la
enfermedad. Es mucho trabajo, pero tienes demasiado tiempo. Cuando todo esté
listo tendrás que pensar cómo seguir, cómo luchar, cómo crear tu propio Edén.
Haciendo inventario, te quedan todavía los bancos de
óvulos y espermas, la fecundación in vitro, incubadoras, incluso te quedan
muestras de semillas no contaminadas. Tienes armas suficientes para hacer de
Dios y poner otra vez al hombre en la tierra, clonar las plantas y los animales
si es necesario. La labor es ingente, pero aún eres joven
aunque ahora te sientas viejo.
El sol seguirá saliendo cada mañana ajeno al ocaso
humano y te calentará los hombros, ahora encorvados con el peso de un mundo por hacer. Pero cuando pase un tiempo, también gozarás de "el Séptimo Día" en el que al fin
podrás descansar.
me gusta mucho.iteresante relato.
ResponderEliminarGrandísimo relato como la grandísima autora que se deja las uñas tecleando para permitirnos leer estas maravillas...
ResponderEliminarFirmado: La Revolera... jajajaja
Gracias, Revolera y gracias Carmen, por vuestros comentarios y vuestra ayuda.
ResponderEliminarEnhorabuena Mar, es un relato impactante. Me ha gustado mucho, deja pensando. Ten cuidado no te lea Robin Cook, no vaya a ser que te plagie.
ResponderEliminarUn abrazo,
Tu relato parece una premonición de lo que puede acontecer, el mundo desvaría y nuestros gobernantes solo piensan en aferrarse al poder aunque todo alrededor se vaya a la deriva. Un placer leerte.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, María José, por dedicarme tu tiempo.
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