La mano amiga
Mis lugares preferidos son los patios de recreo, porque impera en ellos una realidad paralela que arrincona silencios y rutinas, y ensalza el entretenimiento. Inmersa en el barullo de la gente, siempre supe cuándo alguien me observaba. Y ese alguien, con frecuencia, tendía generoso su mano para enseñarme a jugar. Fui una adicta a aquellos apoyos protectores que me ayudaron a crecer. Ahora me encuentro en el último recreo y otra mano, diferente y desinteresada, orienta la mía. No sé a quién pertenece, pues su dueño se esconde prudente tras las sombras de palabras escritas, aunque percibo que se aleja silenciosa para que no me dé cuenta de su ausencia. ¿Pensará que debo jugar sola? El patio enmudece. Se queda vacío.
Mis lugares preferidos son los patios de recreo, porque impera en ellos una realidad paralela que arrincona silencios y rutinas, y ensalza el entretenimiento. Inmersa en el barullo de la gente, siempre supe cuándo alguien me observaba. Y ese alguien, con frecuencia, tendía generoso su mano para enseñarme a jugar. Fui una adicta a aquellos apoyos protectores que me ayudaron a crecer. Ahora me encuentro en el último recreo y otra mano, diferente y desinteresada, orienta la mía. No sé a quién pertenece, pues su dueño se esconde prudente tras las sombras de palabras escritas, aunque percibo que se aleja silenciosa para que no me dé cuenta de su ausencia. ¿Pensará que debo jugar sola? El patio enmudece. Se queda vacío.
Mar Lana
Querida Mar, el tiempo nos enseña que tenemos nuestro propio camino. Hay manos invisibles siempre cercanas pero debemos aprender a levantarnos solos. Un abrazo.
ResponderEliminarHe tenido la suerte de tener a mi lado buenos amigos y algunas manos invisibles que me han ayudado mucho, Por todos ellos siento un enorme cariño. Gracias, María José, por estar ahí, tan lejos y a la vez tan cerca.
ResponderEliminarBesos.
Muy bonito, Mar. :)
ResponderEliminarGracias, Marusela. Tú también eres una de esas manos invisibles.
ResponderEliminarBesos.
Me gustó mucho mucho (doblemente) María del Mar, en este texto estás más poética y hasta filosófica, diría.
ResponderEliminarBenditas esas manos que se tienden y ayudan.
Un beso grandote.
Muy agradecida por tu comentario, Mirella. Benditas sean, como tú dices, esas manos.
ResponderEliminarMuchos besos.
Un texto muy emotivo María del Mar, me ha gustado mucho. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, eRRe. Me alegra que te haya gustado. Un saludo.
ResponderEliminarPrecioso micro Lana. Buen día.
ResponderEliminarMuchas gracias compañera. Besos.
ResponderEliminarMe encantó tu prosa María. Breve, pero muy bello y poético.
ResponderEliminarMuy lindo.
Muchísimas gracias, Gildardo, por esas palabras tan bonitas. Creo que este texto debería haberlo hecho más largo porque quiero decir muchas cosas que, al final, no caben en un micro.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, según mi interpretación, es necesario a veces darse un recreo en el barullo a veces destructor de la vida y dejarse ayudar. No hay nada malo con dejar que la mano amiga te alcance, sobre todo si el gesto es desinteresado ¡Gracias por tu relato tan honesto María del Mar :) !
ResponderEliminarMuchas gracias, Inés, no sabes la cantidad de cosas que las personas puede hacer gracias al empuje de esas manos amigas que se entrelazan y se ayudan las unas a las otras.
ResponderEliminarBesos.