Relato
ganador del tercer concurso - Si las imágenes pudieran leerse.
Me asombraba ver a mis hermanos embobados mientras
contemplaban cómo un tren de juguete, sujeto a una vía circular, daba una
vuelta y otra sin parar, sin ir a ninguna parte. Yo le quitaba los raíles
cuando jugaba con él; lo dejaba serpentear por el suelo y esconderse por debajo
de los muebles y hasta lo sacaba al jardín, pero un día desapareció sin saber
cómo.
Desde entonces, he perdido todos los trenes. Pero me
sigue gustando ir a la estación. Suelo caminar por los andenes envuelta en la
melancolía que acompaña a las despedidas. El humo blanco que escupe la cabeza
de la locomotora, es como un incienso que acompaña mis plegarias y me hace
creer que, algún día, una mano tendida me invitará a subir a esos vagones en un
viaje sin regreso.
Mar Lana
(Publicado en la Revista digital de Verano de Escritores en Red de 2016)