jueves, 22 de octubre de 2015

El cafetín

Si las imágenes pudieran leerse

El cafetín

               Desde donde me encuentro, miro el mar y no me llega la sensación de humedad ni el olor a salitre. Los sonidos del ambiente no me dejan oír el rumor de las olas. Las nubes derraman gotas de lluvia que no me mojan y despiertan en mí el deseo de notar en los pies el roce húmedo de la arena de la playa.

¿Qué hago aquí? Estoy en un refugio de cristal iluminado como un acuario. No falta calor ni comida. Escucho el murmullo incesante del parloteo solitario de mis congéneres, mientras, inmóvil, observo que todo lo que se mueve está fuera. Todo lo que estimula los sentidos y cambia de forma en un calidoscopio colorista, espera fuera. Sé con certeza que los sueños se forjan sobre la espuma de las olas, aunque las barcas naufraguen y los amores desaparezcan en remolinos de tormenta.

Pero, aunque quiera, ya no puedo seguirte, vida. Me quedo aquí sentada con el bastón a mi lado. Maquinalmente disuelvo un azucarillo en el café a golpe de cucharilla, mientras recuerdo. Mientras contemplo.

                                                             Lana Pradera