martes, 2 de abril de 2019

¿Qué hacer con la olla a presión?


       ¿Qué hacer con la olla a presión?

       Me senté para observar mejor aquel objeto de acero reluciente semejante a una capsula espacial que había colocado mi nieta sobre la chapa de la cocina.
       —Es un regalo sorpresa, Yaya — dijo mientras me daba un librito de instrucciones.
       Empecé a ojearlo y pensé que ese objeto galáctico no hacía juego con mis viejas perolas. Seguí con atención las explicaciones: «para abrir la cazuela es necesario girar la tapa con las dos manos haciendo fuerza hacia la derecha sobre las asas de baquelita. Una vez metidos los alimentos con agua, se cierra girando hacia la izquierda y se pone al fuego»
       Al poco tiempo, la sorpresa fue que la condenada olla se puso a pitar como si fuésemos a perder el tren. Cada vez lo hacía con más fuerza y deduje que de un momento a otro aquel objeto iba a despegar y taladrar el techo. Apresurada, lo retiré del fuego. No hubo forma de abrir aquella tapa que se hacía puntiaguda en el centro y terminaba en una espita que seguía escupiendo vapor.
       Frustrada con el invento, añoré el placer de remover los alimentos con una cuchara como me enseñó mi madre y oír el caldo haciendo chup, chup. Probar, rectificar, y volver a probar. Oler los aromas de las especias de cada guiso y viajar a través de los recuerdos.
       Leí después que había que poner la olla bajo el agua para poder abrirla. Lo conseguí y fue un chasco comprobar que los garbanzos seguían duros como las bolas de un rosario. No estuvieron el tiempo necesario, pero si hubiera esperado la media hora indicada seguro que todo habría volado por los aires.
       Al día siguiente me encargué de que no hubiera más sobresaltos. La flamante cacerola luciría ramilletes de flores campestres junto a la ventana.



                                                      Lana Pradera


    

16 comentarios:

  1. Saludos, abuelita.

    ¿Cómo se le ocurre a tu nieta regalarte esa máquina? Desde luego...
    Pero veo que te lo tomaste bien y te ha salido un cuento, ja, ja, ja.

    Un abrazo y media docena de besos (removidos con la cuchara y que hacen chup, chup).

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  2. Hola,José Ángel: Es un gusto tu visita. Pues sí, intentaremos seguir dándole a la manivela y que no se oxide del todo. Con todos estos cambios de Google es un lio ahora compartir los relatos. Me alegro de que hayas podido comentar. Con los cambios se han perdido todos los comentarios anteriores del blog. Todo mi cariño para ti y un fuerte abrazo.

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  3. Me encantó, Lana. No hay nada mejor que conservar los "cacharros" que uno a manejado durante toda su vida. Un placer leerte. Saludos.
    Ariel

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    1. Muchísimas gracias, Ariel. Un placer estar en contacto. Saludos.

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  4. Qué bien entiendo a la protagonista de tu relato, Lana. Yo jamás he usado una olla exprés y lo cierto es que me dan bastante miedo. Donde se pongan mis cacerolas tradicionales y un ratito de tranquilidad para remover y esperar a placer que la comida esté lista...

    Un micro entrañable, me ha gustado mucho.

    ¡Un beso!

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  5. Bello micro con un divertido final. Mi abuela era una gran cocinera y jamás tuvo una olla a presión; creo que le habría dado el mismo uso.
    Abrazo, Lana!

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    1. Sí, Federico, hay muchas tentaciones para anclarse en lo tradicional y detener un poco el tiempo. Vamos tan deprisa y tan programados como todos estos robots que salen cada día. Hay que disfrutar de los pequeños momentos. Abrazos.

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  6. Tenga el fin que tenga, lo verdaderamente importante es el regalo de la nieta!
    Divertido micro!

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    1. Muchas gracias, El Baile de Norte, por tu visita. Ciertamente es importante el regalo de un nieto. Abrazos.

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  7. ME GUSTO ME GUSTA LO CORTO LO CLARO SIN VUELTAS EN E MUNDO DE HOY DONDE CADA VEZ SE LEE MENOS UN ABRAZO DESDE mIAMI

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  8. Muchas gracias, +RECOMENZAR por tu visita y comentario. Un saludo desde La Rioja (España).

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  9. Con ese relato me he visto identificada, más de una vez, cuando he oído ese horrible pitido. Aunque la olla a presión, está haciendo una gran labor para los que trabajamos y contamos con poco tiempo para estar en la cocina. Quizás cuando me jubile, le dé el mismo uso que tú. Las lilas son mis flores favoritas. Gracias por ese estupendo relato.

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    1. Pilar, muy agradecida por tu valoración. También me gustan las lilas. Muchos besos.

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  10. Fue un placer leerte. Buen final. Muy gracioso, acorde al regalo.

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    1. Gracias, Estela, me alegra saber que te ha gustado. Abrazos.

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