LEYENDA
San Jordi dibujó en el
calendario un círculo alrededor del día 23. No es un mes de abril como los
demás, se dijo. El clamor no cesaba. Llegaban noticias sobre un peligroso
enemigo que no admitía ofrendas: era invisible. Mitigaba su voracidad con la
sangre sabia de los ancianos, dejando en su camino un rastro de huérfanos sin
pasado. Decidió hacerle frente con la ayuda del dragón de otros abriles.
Negociaría con él la ofensiva.
Al amanecer, conseguida la alianza, el
dragón recorrió las calles exhalando bocanadas de aliento ardiente hasta
limpiar las ciudades. Movilizó a los vecinos menos amedrentados y mantuvo a la
población dentro de sus casas. Mientras, San Jordi perfeccionaba su arma entre
probetas, placas de cultivo y artilugios médicos. Cuando llegó el momento de
capitanear a sus seguidores, reemplazó las espadas por jeringas de agujas
afiladas. ¡Vencieron!, pero ese año solo brotaron rosas rojas en los
cementerios y todos los libros quedaron por escribir.
LANA
PRADERA
... me quedo con la esperanza,... con el "vencieron".
ResponderEliminarGracias por tu visita, El baile de Norte. Yo también me quedo con esa esperanza. Saludos.
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