Invadida por una tristeza
oscura, colocó sobre la mesa la orden de alejamiento. El dolor
físico y espiritual que soportaba no le impidió observar el retrato de su
marido situado sobre la chimenea. Aquella sonrisa bobalicona escondía
toda la rabia y el desprecio que se vio obligada a sufrir durante años. En un
gesto repentino que se había prohibido hasta entonces, extrajo la foto y la
rompió en diminutos pedazos que arrojó al fuego. Mientras observaba cómo ardían sintió un alivio que interrumpió el teléfono.
—¿Señora? Soy el inspector de policía. Deseo comunicarle el fallecimiento
de su esposo. Le vigilábamos desde hace días, hasta que hace unos instantes, de forma
inexplicable, su cuerpo empezó a arder como una tea.
Mar Lana
Para la esposa romper esa foto debió ser catársico..jeje
ResponderEliminarBuena entrada Maria del Mar.
Un saludo
Pues sí, hay gestos que son necesarios para seguir adelante y convertir en pasado tanto dolor. Gracias, Marybel. Besos.
ResponderEliminarEl pensamiento es poderoso, puede hacer que se convierta en cenizas un pasado lleno de roja ira. Comparto. Besos.
ResponderEliminarMuy agradecida, María José.
ResponderEliminarBesos.
Es un texto espléndido Sorprende a pesar de ser previsible y tiene más de una lectura
ResponderEliminarAbrazo de mar al sur, María
Muchas gracias por tu visita, Roberto. Me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gustó. Hay roturas que debemos ejercer de un modo simbólico para que nuestra mente se las crea de verdad. Al escribir también sucede algo parecido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Ayla, tienes razón. Escribir tiene siempre un lado curativo que crea adicción.
ResponderEliminarMuchos besos.
¿Basada en hechos reales? ¿Autobiográfica? A ver quién se casa contigo...
ResponderEliminarGracias por tu visita, José Ángel. Gracias a Dios no tengo experiencia en malos tratos, pero cuando cada cinco días anuncian que una mujer a muerto a manos de su pareja me entra un coraje que me amarga el día. Me gustaria convertirme en un héroe vengador que diera buena cuenta de semejantes perturbados.
ResponderEliminarLa persona que decidió casarse conmigo, allá por el año 75, todavía sigue a mi lado. Creo, que puedo decir, que no lo he hecho tan mal, ¿no?
Un abrazo.
Muy bien contado, María del Mar. Un tema que está doliendo en todo el mundo y a todas las mujeres, porque no cesa el maltrato. Y la protagonista, sin quererlo, hizo justicia, sólo con la intensidad de su deseo.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Mirella. A pesar de vivir en una sociedad moderna no se ven avances para resolver estas situaciones. Parece increible que todavía impere la mentalidad de las cavernas. Si fuesen tíos los que muriesen cada semana otro gallo cantaría. Sé que a alguno le toca también la china, pero son los menos.
ResponderEliminarMuchos besos.