Réquiem
Sintió
que flotaba sobre sí mismo sin saber qué pasaba. Una fuerza irresistible le
succionaba hacia un resplandor cercado de negro. Durante el recorrido le
invadió una alegría desconocida al distinguir entre las sombras a viejos amigos
casi olvidados, a familiares, pero la luz perdió brillo y se apagó; el silencio
lo envolvió todo. No supo dónde se encontraba hasta que oyó las notas de un
órgano y los cánticos chirriantes de unas viejas. Cuando la música cesó en la
Iglesia, sólo se oían los golpes desesperados de sus puños contra la madera,
dentro del ataúd.
Mar Lana
Realmente estremecedor, me encanta, Lana.
ResponderEliminarBesos.
Ja,ja,ja, hasta me daba un poco de yuyu cuando lo estaba escribiendo. Gracias Carmen. No quise ponerlo más drástico porque sé lo que impresionan estas cosas. En la Iglesia, al menos le oyen.
ResponderEliminarBesos.
Muy bueno. ¿Cuáles son nuestros últimos pensamientos? ¿Cuales nuestra última percepción? Me encantó el final, una pizca de thriller con pepitas de humor ¿Estaba en un ataud?jejeje
ResponderEliminarImpactante. No me esperaba ese final, que para mí es lo bueno de las narraciones cortas, que no sean previsibles.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Josep. Agradezco tu comentario.Un saludo.
ResponderEliminarMarybel, cuántas preguntas quedan en el aire que tratan de descubrir qué hay al final.
ResponderEliminarSí, el pobre se lleva un buen susto. Es de esperar que al final le oyesen.
Besos.
Me ha gustado. eso si... es escalofriante.
ResponderEliminarGracias, Carmen. No había visto tu entrada. Me alegro de que te impresione.
ResponderEliminarBesos.